miércoles, noviembre 16, 2011

Maneras perversas de hacer y consumir arte según José Carlos Huayhuaca

pervertir.
(Del lat. pervertĕre).
1. tr. Viciar con malas doctrinas o ejemplos las costumbres, la fe, el gusto, etc. U. t. c. prnl.
2. tr. Perturbar el orden o estado de las cosas.
(RAE, diccionario en linea, consultado el 13/11/11)
El siguiente es un ajustado resumen de los puntos más importantes que presentó el cineasta José Carlos Huayhuaca para el Primer Coloquio Internacional sobre Perversiones realizado en Lima del 24 al 26 de Setiembre de 1993.

Como oportunamente señala el título del post, el trabajo de Huayuaca trata sobre las maneras perversas de hacer y consumir arte. 
En cuanto al consumo de obras artísticas, el autor nos señala tres "perversiones" notorias:
  • La conducta "coleccionista". Comportamiento que consiste en la apilación e inventario de obras de arte, de la misma manera en que los filatelistas o numismáticos coleccionan estampas o monedas. Por ejemplo en el campo del cine, muchos cinéfilos ven películas de manera compulsiva y adictiva; en este caso no importa tanto la película en sí sino importa más el hecho de haberla visto, de almacenarla en su colección mental de películas vistas. Queda claro que esta actitud prescinde del placer o gusto de observar una película, de comprenderla cabalmente, de "digerirla", cosa que lleva su tiempo e implica pensarla y verla repetidamente. Este caso también es aplicable, señala el autor, a los devoradores de libros, cuadros, etc.
  • La perversión que el autor denomina: "El gusto por la caverna platónica". La mencionada alegoría platónica refiere que el estado de los hombre es similar al de los prisioneros atados con cadenas dentro de una caverna de manera que son obligados a mirar, sin poder girar la cabeza, hacia el fondo de la pared de la cueva donde se proyectan solo las sombras de las cosas gracias a la iluminación de una hoguera. Así los hombres, mas no los filósofos, prescinden de un mundo real por no conocer su existencia. En el caso de la perversión señalada, sí se conoce la realidad de la que deriva la obra de arte pero en su lugar se prefiere la imitación, el reflejo o la parodia y, llevado al límite, el estereotipo y la repetición. Concluye el autor que, al parecer, se siente mayor comodidad con lo que menos coeficiente de realidad tiene.
  • La tercera perversión es la distinguida por el filósofo Arthur Koestler como "la falacia del anticuario y del esnob". Aquí los consumidores de arte fijan su atención en los datos de la obra (quién la hizo, cuándo la hizo, cómo la hizo) en lugar de prestar atención a sus valores esenciales. De esta manera se hace derivar de estos datos una estimación de la obra y el valor estético que se le asigna. El consumidor asume a priori una valoración positiva de la obra siempre en cuando esta sea de algún artista de reconocida trayectoria, de buena producción o solamente controversial.
En lo que toca a las maneras perversas de producir arte:
  • El problema del artista que ha enfocado su producción artística no para un grupo social, digamos amplio, sino para pequeñas élites cada vez más reducidas. Esto deriva, según el autor, de un problema de orden sociológico: "El arte es cada vez menos una función integrada a la comunidad, y cada vez más un compartimiento estanco". A medida que las sociedades se hacen más complejas y amplias la función del artista se va especializando y termina dirigiéndose a campos cada vez más singulares, con esta función el arte se desvitaliza y pierde comunicatividad con la vena viva de la población.
  • El arte se hace cada vez más autorreferencial. Obras que se refieren a obras anteriores, pintores que se refieren a otros cuadros, películas que homenajean a otras películas, etc. De esta manera los espectadores que no son "conocedores" van siendo cada vez más relegados de forma que la clave para entender una obra ya no se refiere a la simple experiencia humana. El autor aclara que si bien es cierto ninguna obra de arte surge de la nada, que es inevitable que se modelen obras sobre obras anteriores, el hecho perverso ocurre cuando ésta solo pasa de ser un referente más, a ser "el solo mundo referencial".
  • Otra perversión es el paso de la disciplina artística a la indisciplina artística. Huayhuaca señala que al principio todo artista asume su trabajo como una disciplina, un oficio, una artesanía cuyas reglas y maneras son necesarias de aprender para luego ser aplicadas en formar un discurso verbal, visual, auditivo, etc. Sin embargo, los creadores han desplazado su trabajo a un ejercicio meramente trasgresor, "como si la trasgresión y la desobediencia de esas reglas a las que hacía referencia, fueran un valor en sí mismas". Pone de ejemplo la danza moderna, donde muchos coreógrafos han optado por asumir el acto creativo como el acto de romper reglas, de indisciplinarse. El problema surge cuando de esta "desestructura" no surge un nuevo orden que marque un paso adelante. El creador solo pone sobre el tapete su propio desorden como si fuese un orden estético.   
  • La última perversión es la que consiste en el paso del arte erótico al arte pornográfico. Señala el autor que uno de los grandes temas humanos es el tratamiento de la sexualidad. Sin embargo, durante el siglo XX se ha pasado de un tratamiento erótico del cuerpo y la sexualidad humana al tratamiento pornográfico de los mismos. Por tratamiento erótico el autor entiende aquel que goza con el cuerpo y la sexualidad expuestos con afecto e interés (no es un relación idílica, pero donde se ubica la tensión libidinosa es en el campo del deseo y el placer, ahí lo erótico). Pero luego se pasa a un arte que en lugar de celebrar el cuerpo lo denigra y desprecia mostrando sus limitaciones y afecciones siendo este el arte pornográfico.
El autor concluye con la siguiente reflexión: "¿es acaso la perversión condición de la creatividad?" Perversión entendida como, digamos una manera desviada de plantear, de ver las cosas y hacerlas. ¿Acaso ambas, perversión y creatividad estén profundamente vinculadas por permitirse su manera peculiar de ver la realidad bajo nuevos matices? Una respuesta que da el autor es que quizá no es dable enfocarnos en una creatividad que solo sea un ejercicio perverso, al mismo tiempo no mantener una supuesta sanidad que deje de lado la mirada perversa, dejándonos así con un pequeño dilema de orden complejo.

Tomado del libro: 
Perversiones, I Coloquio Internacional. Autores Varios. Fondo Editorial Biblioteca Peruana de Psicoanálisis. Lima 1995.
 

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